Grata sorpresa


Me re-encontré con ‘El Chapo’, migrante internacional de origen michoacano, deportado últimamente desde Illinois, EE.UU. por su mal comportamiento - vaya usted a saber lo que signifiqué eso - a Hermosillo, Sonora.

Lo conocí en el año 2014, ganándose unos pocos centavos por lavar autos y siendo víctima del abuso policíaco a causa de su adicción al alcohol, que por ese entonces, añoraba dejarla. Deseaba convertirse en ‘alguien’, ya que él tenía valores enseñados por la Iglesia, y regresar ‘al otro lado’ donde lo esperaba su esposa e hija.

Un día, sin más, me comentó que se iría, que cruzaría por el desierto trabajando para el ‘narco’, pues era la forma más segura de entrar; y sí, así lo hizo.

El volverlo a ver y escucharle esas historias, a veces animadas por tener público a quien le interese, ayuda a crear una conciencia de lo difícil que ser migrante, ser de esas personas que dejan su ‘todo’ por la ‘nada’, que caminan por el desierto sin agua ni comida, dejando sus huellas, ya sea por el cerro del Buda o atravesando el río Gila, solamente para dejar la ‘merca’ - pasaporte americano no oficial - muchas veces no pagada. 

El ‘chapo’ regresó, no para ‘echar raíces’, pues a él no le gusta estar atado, simplemente para retomar esas fuerzas que lo llevan a enfrentarse, una y otra vez, contra la quimera llamada sueño americano.


Santiago

Mi sentir en el Taller


Mi experiencia fue que desde que supe que iría al colegio empecé a orar por los chicos que irían al Taller, y ese día me sentí emocionada, preparada, contenta, esperanzada con ganas de trasmitirles el valor de la hospitalidad en medio de un mundo tan hostil que vivimos y más en sus ambientes y a su edad.

Al llegar ya casi la hora no veía que vinieran los chicos, pero bueno poco a poco llegaron poco más de 32 jóvenes de preparatoria,

Este primer tema de detectar los prejuicios me parece muy clave y en esta ocasión sentí la necesidad de pedirle a Dios me dé un nuevo corazón, y unos nuevos ojos que me ayuden a ver cómo El ve, cómo El me ve, cómo El ve a los demás pues son sus hijos, mis hermanos…somos iguales pero diferentes cada uno con diferentes cualidades y capacidades y dotados del Espíritu de Dios que da vida y un amor grande y constante.

Me sentí bendecida afortunada de estar allí en ese momento, se renovaron mis fuerzas, mi deseo de acrecentar el deseo de servir a Dios en los hermanos migrantes, es un constante jaculatoria resonante en mi corazón.

Creo que la semilla ya se echó el sábado y confío en la obra del Sembrador que es Dios y su Espíritu Santo.

Yadira Aguirre
Primera parte del Taller de Hospitalidad Migrante impartido a alumnos del Colegio Vanguardia, Octubre 2015
Hermosillo, Sonora.